Por siglos, talegas y costales, en distintas regiones de los Andes, han compartido un diseño de apariencia muy simple, conformado, en lo esencial, por bandas y listas. Este diseño, sin embargo, crea una estructura compleja basada en tres principios fundamentales: sucesión, en contraste, de los colores de las bandas (allqa) que obligan a percibir las diferencias tonales; introducción, imprescindible, de angostas mediaciones que suavizan el encuentro tonal (qallus, k’utus, k’isas) en la intersección entre bandas, y definición de un espacio simétrico y centrado.